Hablando del festivo, acá en España hay festivos nacionales, festivos por comunidad autónoma y festivos locales. Este específico era local, es decir, sólo en Valencia había puente por ser el día de San Vicente Martir, un predicador de la fé, capturado y torturado en una persecución por parte de los romanos a los cristianos en el año 304 (después os enviaremos el video!) y encontrado muerto en el río Turia. Dicha persecución se dio porque los romanos no pudieron hacer sus predicciones y culparon a los cristianos por esto, por lo que pensaban que si acababan con ellos, los dioses volverían a responderles.
Programamos entonces ir a La Albufera, pues en un paseo anterior sólo habíamos llegado hasta la playa de El Saler, a 13 kms de nuestra casa, pero unos 7 kms antes de La Albufera. Entonces decidimos que esta vez deberíamos llegar hasta La Albufera, pero como estábamos fuera de forma, optamos por una opción que vimos del sistema de transporte de Valencia: ir hasta allá, en bus, pero con las bicicletas! Madrugamos entonces (a las 11am!), y nos fuimos a la parada de la ruta 25 más cercana a la casa. Llegamos a la hora en punto, pero, cuando nos ibamos a montar al bus con nuestras bicicletas, el chofer nos dijo: "sólo uno de vosotros podeís montaros con la bicicleta!". Plop! En la página del EMT (empresa de transporte) decía claramente que uno podía viajar con bicicleta plegable en el bus... pero en ninguna parte decía que sólo podía montarse una bicicleta! Pues claro que los dos pagabamos el tiquete, por lo que los dos, y cualquier persona que pagara su tiquete, podría montar su bici plegable! Bueno, igual el tipo (el chofer) dijo que podría llamar a averiguar a ver qué le decía su supervisor... y llamó, y su jefe le dijo: "fresco, hágale, deje que los dos se monten con la bicicleta!"... QUÉ BIEN, SALVAMOS LA MADRUGADA!!! Y el paseo!!!
Nos bajamos en El Saler y empezamos la ruta en bicicleta, haciendo la primera parada en el Embarcadero de La Albufera:
La Albufera, como en una entrada anterior habíamos contado, es un humedal de 21,000 ha, formado por el lago, el marjal (transformado en arrozales que rodean el lago) y la restinga (dunas que separan el humedal del mar). Sus aguas originalmente eran saladas pero se dulcificaron por la expansión del regadío de los cultivos de arroz. En este hay peces tanto de agua dulce como de agua salada (anguilas por ejemplo), además, por su ubicación geográfica, es una de las principales rutas de migración de aves. Su población incluye garzas, patos y gaviotas.
En las siguientes fotos se puede ver cómo los pescadores tienden redes para practicar "les calaes", arte de pesca para atrapar las anguilas:
Acá, una tortuga volando sobre el lago... hmmm... o será mejor un pato???
Y esta, como para cuadro en acuarela:
Las barracas son las casas típicas valencianas de pescadores. Eran fabricadas de madera y barro, y sus techos eran de caña de la misma albufera:
La siguiente barraca se conserva en medio de los edificios del centro del pueblo... curiosamente tiene un aviso de "se vende"!:
Los arrozales:
Cruce desde el lado este al lado oeste del lago... y Marta pensando: "hmmm... y hay que recorrer todo eso???":
Sí! Y arranquemos!
El total de nuestro recorrido terminó siendo de 45 kms, de estos sólo 13 kms en bus y el resto en bicicleta, pues pensando en lo que nos ocurrío con el chofer del bus al inicio del paseo (de pronto el de regreso era otro y no nos dejaba montar las dos bicicletas!), considerando además que debíamos recuperar el ritmo ciclístico, viendo que el clima estaba bien, que aún estaba temprano y que nos ahorraríamos el tiquete de regreso (sí, también!), decidimos que seríamos muy flojos si no nos devolvíamos hasta la casa pedaleando... por lo que despues de conocer toda la zona, y luego de haber almorzado (comido) y descansado un poco, arrancamos!
Fue algo dura, pero divertida... con algunos tramos un poco extremos para nuestras bicicletas urbanas, las cuales parece que nosotros creemos que son "todo terreno", pues las metemos por todos lados! Y nos han resistido! Y nosotros también!
Nuestras nalgas no siempre lo agradecen tanto, principalmente cuando el camino es empedrado (afortunadamente fue muy corto), ni nuestras piernas cuando es en arena suelta, pues la bicicleta termina quedándose, primero patinando, hasta que queda enterrada (o enarenada?) y toca bajarse:
Al final, en todo caso, el 90% del recorrido fue sobre pavimento, por lo que llegamos a casa bien y rápido... cansados de nuevo, pero contentos!
Valió la pena la madrugada!
Hasta mañana...
